
Tal como si fuera la primera vez que leía un cuento de Borges, me quedé impávido al observar los mecanismos que usa y sobre todo la técnica para formar la estructura de “Los teólogos”.
“Los teólogos” un cuento en el que se practica un debate acerca del mundo, mediante dos protagonistas elementales, Aureliano y Juan de Panonia. Ambos discuten sobre el hombre. Uno afirma que el hombre tiene una doble personalidad que renacerá después de haber muerto y se rencarnará a si mismo, fundándose en las tesis platónicas. Por otra parte, Juan de Panonia abre el debate al contradecir las aseveraciones de Aurelio, respondiendo que el hombre es un ciclo y que no puede ser dos veces, ya que, todos los hombres tienen su historia y ninguno tiene un doble, ni nada que lo asemeje, en dos palabras, es impar. No está de más mencionar que Aureliano se acerca a lo metafísico.
La historia comienza cuando los hunos entran a una biblioteca monástica y destruyen todo libro que haya (curiosamente el único libro que no sufre ningún percance es el apócrifo Civitas Dei, un palimpsesto antiguo, del cuál Platón expone su teoría y surge la controversia o el dilema entre Aureliano y Juan de Panonia).
A través del relato el narrador recurre a varios casos en los que ocurren acciones análogas a las hipótesis de Aureliano y Juan de Panonia. Mientras Aureliano realiza su ensayo o escrito en el que expone su tendencia firme a la secta de los monótonos o anulares, Juan de Panonia se encarga de desmentirlo, y por eso Aureliano es condenado varias veces a la hoguera.
Encuentro algunas conexiones semejantes a la vida remota y actual, en la que todos se preocupan por circunstancias, tales, como la existencia de un Dios, (que a mi juicio existe como fuerza, mas no debiera existir una institución como la Iglesia, que desvía la auténtica razón de la fe católica). Los dos teólogos desarrollan sus puntos de vista, los dos muy bien argumentados, aunque también se introducen en otros terrenos, de otros autores y en el que Borges completa con pasajes de la Biblia.
¿Acaso es una sociedad de nuestros tiempos?, varias cuestiones con respecto a esto se me han ocurrido.
“Los teólogos” un cuento en el que se practica un debate acerca del mundo, mediante dos protagonistas elementales, Aureliano y Juan de Panonia. Ambos discuten sobre el hombre. Uno afirma que el hombre tiene una doble personalidad que renacerá después de haber muerto y se rencarnará a si mismo, fundándose en las tesis platónicas. Por otra parte, Juan de Panonia abre el debate al contradecir las aseveraciones de Aurelio, respondiendo que el hombre es un ciclo y que no puede ser dos veces, ya que, todos los hombres tienen su historia y ninguno tiene un doble, ni nada que lo asemeje, en dos palabras, es impar. No está de más mencionar que Aureliano se acerca a lo metafísico.
La historia comienza cuando los hunos entran a una biblioteca monástica y destruyen todo libro que haya (curiosamente el único libro que no sufre ningún percance es el apócrifo Civitas Dei, un palimpsesto antiguo, del cuál Platón expone su teoría y surge la controversia o el dilema entre Aureliano y Juan de Panonia).
A través del relato el narrador recurre a varios casos en los que ocurren acciones análogas a las hipótesis de Aureliano y Juan de Panonia. Mientras Aureliano realiza su ensayo o escrito en el que expone su tendencia firme a la secta de los monótonos o anulares, Juan de Panonia se encarga de desmentirlo, y por eso Aureliano es condenado varias veces a la hoguera.
Encuentro algunas conexiones semejantes a la vida remota y actual, en la que todos se preocupan por circunstancias, tales, como la existencia de un Dios, (que a mi juicio existe como fuerza, mas no debiera existir una institución como la Iglesia, que desvía la auténtica razón de la fe católica). Los dos teólogos desarrollan sus puntos de vista, los dos muy bien argumentados, aunque también se introducen en otros terrenos, de otros autores y en el que Borges completa con pasajes de la Biblia.
¿Acaso es una sociedad de nuestros tiempos?, varias cuestiones con respecto a esto se me han ocurrido.
Daniel García Bonilla